“Hay que operarlo de la garganta”

155357584Cuando los grandes éramos chicos, era una moda incuestionable operarse de la  garganta. Después de tres o más anginas seguidas era un hecho ser derivado al otorrinolaringólogo y se planificaba la cirugía de inmediato (con heladito post-quirófano incluído). Afortunadamente hoy la cuestión cambio y son muy pocos y puntuales los casos que realmente se benefician al operarse.

“DIJO ALGO DE ADENOIDES Y NO SÉ QUE”
En los “problemas de la garganta” incluimos tres situaciones diferentes: el crecimiento de  las amígdalas, el de las adenoides y la conjunción de los dos. Ambas son formaciones de un tejido y funciones similares a los ganglios linfáticos (sí!!! esos que están en el cuello, axilas e ingles…) y tienen bastante que ver con las defensas del organismo.
Las amígdalas son dos “bolas”que se ven a simple vista al abrir la boca y sacar la lengua. El tamaño varía con la edad: casi ausentes en el recién nacido, crecen a lo largo de los primeros  años y llegan al máximo alrededor de los 5-7 , para luego ir achicarse hasta atrofiarse en casi todos los adultos.
Las adenoides, “vegetaciones” o “carnes crecidas”, no se ven a simple vista, están “escondidas” detrás de las fosas nasales. El desarrollo es acorde a las diferentes edades, es similar al de las amígdalas, por eso es muy común que el problema sea de ambas.

“DE NOCHE RONCA A MÁS NO PODER”
Tener amígdalas/adenoides grandes, de por sí sólo no representa un problema.  La cuestión es cuando dan síntomas que generan dificultades en los chicos.  En el caso de amígdalas muy crecidas, pueden predisponer a anginas a repetición, dificultar que el chico trague pedacitos de comida de tamaño normal, hasta el caso de interferir en la respiración habitual (especialmente durante una angina…).
Las adenoides muy agrandadas suelen dar infecciones repetidas (adenoiditis), otitis recurrentes (ocluyen la ventilación interna del oído), mal aliento, respiración bucal (al no poder utilizar la nariz que está tapada por detrás), olfato disminuido y alteraciones del sueño (desde el simple hecho de roncar, hasta poder tener apneas o pausas respiratorias) trastornando el normal descanso de los chicos.

“CONSULTEMOS AL PEDIATRA”
Siempre decimos que la primera consulta es con el Pediatra, que conoce al chico en forma integral, su evolución a través del tiempo y puede evaluar sus síntomas dentro de un contexto.
Realiza una evaluación de los síntomas, trata de constatar si estos impactan en la cotidianeidad y en su crecimiento y decide si es necesario estudiarlo con exámenes complementarios (radiografías, filmarlo cuando duerme, polisomnografía, etc) para luego definir la interconsulta con el especialista.

“¿HAY QUE VER AL OTORRINO? ”
Finalmente diremos que la cirugía en estos casos es siempre beneficiosa.
Lo importante es tener en cuenta el grado de mejoría que tendrá después de operarse y este punto debe ser considerado conjuntamente entre el Pediatra de cabecera y el Otorrinolaringólogo consultado.